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La Pepper

Mangle Rojo
 
      Guayaquil es costa del Pacífico, calor, humedad, arena, asfalto y manglar.  Donde está asentada mi ciudad, abrazada por el río y el estero, que es un brazo de mar, todo alrededor fueron manglares.  Por eso esta ciudad es dulce y  salobre a la vez, es ambigua, es extrema, extraña y entrañable.
    A partir del lenguaje de la danza, se me plantea esta tensa relación de convivencia de la urbe con el manglar y su herencia en la vida cotidiana citadina de sus habitantes.  
    Entre los olores, colores, las especies  y las formas de estos Manglares o “árboles retorcidos”, ya no habitan cangrejos, aves, ni moluscos, hay un nuevo tipo de vida que intrusa coloniza a las demás.
 La ciudad que devoró al mangle.

 

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